Muchas veces, cuando se termina una relación y lloramos, no lo hacemos por el fin, sino por cómo se fueron dando las cosas. Cómo es que se llegó a ese punto de no retorno o la desilusión que nos provocó la otra persona al comportarse de tal o cual manera, porque eso es lo que en realidad duele, la desilusión.
El hecho de que hay promesas que no se van a cumplir, viajes que no se van a hacer, momentos que no se van a compartir, mensajes que no se van a mandar, palabras que no se van a decir, miradas que no se van a cruzar, besos que no se van a dar.
Particularmente, soy una persona que todavía sigue creyendo en la gente, sigo creyendo en el otro, y en que esta vez no me van a decepcionar. En este punto de mi vida, no sé si es una virtud o un defecto. Quiero pensar que es una virtud, me gusta confiar en las personas, por más que después me terminen lastimando, y a su vez me cuesta cada vez más. Siempre se aprende algo de cada triunfo, pero se aprende más de un fracaso.
Me he llevado varias desilusiones en mi vida, y supongo que también he desilusionado varias veces, pero intento cambiar, ser mejor persona. Porque amar duele, extrañar duele, olvidar duele, pero siempre se sale adelante de ese dolor. Cuesta y mucho, pero con el tiempo vamos sanando y lo que tanto dolió pasa a ser efímero y nos quedamos sólo con los buenos recuerdos de esa persona.
Hay que intentar seguir adelante, atravesar el duelo de la manera que nos resulte mas eficaz, sin necesidad de borrar a esa persona de ninguna red social, porque hay que saber vivir con su presencia , ya que no va a desaparecer nunca por completo, siempre un mínimo lugar en alguna parte del corazón va a ocupar.
Hoy me toca llorar por todo eso, pero internamente estoy tranquila porque sé que la culpa no fue mía.
Si te pintan pajaritos en el aire, como haces para no querer volar con ellos?
